Agustín Lara con Sindo Garay, en la Bodeguita del Medio, en Cuba
Por: Josefina Ortega
Don Agustín Lara está otra vez en La Habana, en el entorno de la Alameda de Paula, frente al mar. Una estatua de de bronce, obra del escultor yucateco Humberto Peraza, evoca la presencia del Flaco de Oro entre los cubanos, quienes lo reconocen también como suyo.Tal cercanía espiritual es recíproca pues tampoco puede hablarse del músico-poeta mexicano sin mencionar a la capital cubana, a la que dedicó piezas memorables, y donde siempre se sintió como en su casa.No es extrañar que el primer destino artístico de don Agustín Lara fuera de México, sea precisamente la capital cubana adonde llegó junto a el joven Pedro Vargas, ya para entonces un cantante bastante conocido.“Soy ridículamente cursi, y me encanta serlo. Porque la mía es una sinceridad que otros rehuyen…ridículamente” Con estas palabras se definió a sí mismo Agustín Lara. No importa que transcurra el siglo XXI. Su música sigue llegando a los corazones, como si tal cosa.Don Agustín dijo haber nacido en Tlacotopán, Veracruz, en 1900, pero algunos consideran que en realidad su llegada al mundo ocurrió tres años antes, en la capital mexicana.Pasiones y aventuras marcaron su vida. Desde muy joven se dedicó a la música. Para ganarse la vida cantó y tocó el piano en cafés, cantinas, burdeles y centros nocturnos. Fue descubierto por Juan Albizu, el tenor de la voz de seda. Poco después su quehacer musical se divide entre la radio y el teatro.Su Hora Intima, en la emisora XEW le permite a sus canciones saltar a la popularidad y pasar de boca en boca entre cantantes y público de Latinoamérica.En las ya amarillentas fotografías de sus días cubanos se le ve flaco, desgarbado, con una profunda cicatriz en la mejilla, dejada en un arrebato de celos por el navajazo de una mujer.Don Agustín, al decir del escritor Juan José Arreola- “Fue un castigador y un castigado”.Su escultura en la capital cubana, con dos metros de altura, lo muestra en saco y corbata, resaltando su delgadez. La mano izquierda descansa en el brazo derecho, mientras que la diestra se levanta ante su cara para insinuar la presencia de un cigarrillo entre los dedos.Para muchos Agustín Lara representa la transición de la danza mexicana al bolero de origen cubano, al que imprimió un estilo muy propio.Entre sus más famosas canciones se recuerdan María Bonita, Noche de ronda, Rival, Aventurera, Piensa en mí, Solamente una vez, Palmeras, Mujer. Esa última su preferida.Sus melodías se relacionaron de alguna manera con esa Habana que aplaudió su arte en la CMQ, en los Aires Libres del Hotel Saratoga , en el cabaret Montmatre.La música del gran amor de María Félix y de otras muchas mujeres hermosas, fue interpretada en todos los géneros cubanos por nuestros más populares artistas: Antonio Machín, Barbarito Diez, Abelardo Barroso, René Cabell, Tito Gómez, Olga Chorens, Dámaso Pérez Prado, Benny Moré, Elena Bourque, Omara Portuondo.Sus melodías sonaban en todas las victrolas de la Isla, que, por cierto, solamente en La Habana pasaban de 10 mil en 1954. Agustín Lara: un mito de carne y hueso. De él es esta frase: “Aquí estoy de nuevo en Cubita la bella. Vengo dispuesto a lo que sea”.
--Cortesia Isaias Amaro
No hay comentarios:
Publicar un comentario